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WILPF está dedicada a construir un mundo pacífico, igualitario y justo, por lo que no podemos permanecer en silencio frente al asesinato selectivo de personas negras, actos basados en y alentados por la supremacía blanca y el racismo estructural, especialmente cuando la gente ha tomado las calles en reclamo de que alcen la voz quienes tienen una plataforma.
Sin justicia no puede haber paz ni libertad. El patriarcado de la supremacía blanca sobre el que se han fundado los EE. UU., respaldado por líderes e instituciones ha saqueado y asesinado vidas negras, comunidades negras y futuros negros por generaciones.
Los asesinatos de #GeorgeFloyd, David McAtee, #BreonnaTaylor, #AhmaudArbery y varios otros miles de personas negras no hacen más que reforzar lo que las personas negras han estado diciendo a diario: que nuestra sociedad ha avanzado muy poco desde sus orígenes racistas, y que a diario se niega a las personas negras sus derechos humanos básicos de vivir en libertad, con seguridad y dignidad.
Este sistema que deshumaniza a las personas negras está vinculado de forma inextricable con las estructuras y la mentalidad de las estructuras de supremacía blanca que han impuesto la esclavitud, el colonialismo, la guerra, la invasión, los ensayos de armamento, las operaciones encubiertas y el desarrollo de bases militares, y han contribuido a la destrucción de las comunidades negras y marrones en América Latina, África y Asia.
La supremacía blanca es un sistema global de violencia, apoyado en el militarismo. La resistencia no violenta requiere hacerle frente a la opresión en todas sus formas, así como también a los sistemas que perpetúan la violencia estructural.
Cuando estallaron las protestas a lo ancho de los Estados Unidos en respuesta al asesinato de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis, fuerzas policiales fuertemente militarizadas reprimieron con violencia a todo el que estuviera en las calles. Como observó un comentarista el sábado 30 de mayo, “Esta noche la policía está amotinándose en los Estados Unidos, disparando y embistiendo a los manifestantes, atacando a periodistas, aterrorizando a los barrios, arrestando y violentando alegremente a civiles masivamente.”
Los EE. UU. gastan cada año unos 100.000 millones de USD en la policía y otros 80.000 millones en el sistema carcelario. En medio de los recortes presupuestales relacionados al COVID-19, muchas ciudades están evaluando reducir la inversión en educación, salud, vivienda y otros servicios sociales, mientras que la policía se mantiene intacta. Muchos departamentos de policía de todo el país están fuertemente militarizados y cuentan con equipamiento y entrenamiento provistos por las fuerzas armadas de los EE. UU.
La militarización de la policía solo logra un objetivo: más violencia. Tal como lo ha remarcado la Directora del Programa de Desarme de WILPF en una reciente publicación de blog, no hay lugar para la militarización como forma de reducir los conflictos o resolver los reclamos. Cuando los gobiernos y las fuerzas policiales optan por este camino, están tomando postura activa en favor de la violencia.
Esto se puede ver con claridad en estos momentos en que la violencia policial de las últimas semanas está desembocando en respuestas aún más militarizadas a las protestas contra la supremacía blanca y la brutalidad policial. El 1º de junio, el presidente de los EE. UU. amenazó con desplegar las fuerzas armadas contra quienes están en las calles: manifestantes, periodistas, trabajadores legales y humanitarios, etc., mientras la policía militar usaba gases lacrimógenos, balas de goma y granadas aturdidoras contra manifestantes pacíficos cerca de la Casa Blanca. La policía militarizada de la Guardia Nacional de los EE. UU., que ha sido desplegada en varias ciudades, también ha enfrentado a los manifestantes con balas de goma, palizas con porras y arrestos, junto con la policía local. Veterans for Peace y About Face han exhortado a la Guardia Nacional y al personal militar a negarse a ser desplegados y a no entrar en conflicto.
Desde su fundación en 1915, WILPF ha confrontado y denunciado el militarismo. La respuesta cada vez más militarizada y violenta del gobierno de los EE. UU. y algunas otras autoridades estatales o locales y fuerzas policiales contra los objetivos y reclamos legítimos sobre derechos humanos de los ciudadanos es inaceptable.
Tal como WILPF ha estado reclamando a través de su serie de entradas de blog a lo largo de la crisis del COVID-19, es necesario un replanteamiento fundamental de la seguridad, de forma de desmantelar las estructuras del capitalismo, el racismo, el militarismo y el patriarcado para construir un futuro igualitario que priorice el bienestar y el cuidado de toda la población. Esto deberá incluir, tal como lo vienen reclamando los activistas negros desde hace mucho tiempo, desfinanciar, desarmar y desmilitarizar la policía y desmantelar el sistema de supremacía blanca.
Descargar en formato PDF la Declaración de la Secretaría Internacional de WILPF acerca del Racismo Sistemático y la Brutalidad Policial.